Hace unos días me llegó un breve artículo de Luis Sujatovich, «La batalla cultural no sólo debe darse en el aula». Un título por demás sugerente.
No ingresaré en algunas discusiones simplistas o moralistas que se dan en determinados espacios sobre esta expresión. Me interesa la idea en tanto se vincula al concepto de «educación informal», un concepto familiar que se reproduce en algunos institutos de formación docente, con la clásica distinción de los tipos de educación: formal, informal, no formal. Como sucede en tantas clasificaciones y categorizaciones que se van sedimentando en el tiempo, pocas veces tenemos la oportunidad de desnaturalizar algunos usos. Hoy le tocó a esta categoría que lleva en la formulación de su misma palabra el sutil desprecio y la descalificación, tal como lo sugiere el autor citado. ¿Qué sucede con la cantidad de expresiones, culturas, escenarios, contextos y redes «informales» (¿ilegítimas?) en las que miles de niños, niñas, adolescentes y jóvenes se mueven con total naturalidad? ¿Qué pasó con las instituciones educativas formales y estos nuevos escenarios informales? ¿Cómo es el reconocimiento de los intereses, problemas, discusiones, valoraciones que las nuevas generaciones vuelcan en la informalidad de procesos que también son educativos? Las respuestas adultas (y pienso específicamente en nosotros docentes) han oscilado entre cierto desconocimiento tácito y cierto desinterés o incluso molestia por lo incómodo y provocador de las rupturas que producen. El movimiento pendular no deja fuera las miradas prejuiciosas frente a la «cultura mediática-popular» y los consumos tecnológicos por ser algo irrelevante para la cultura letrada o escolar.
Afirma Sujatovich:
La falta de atención hacia los asuntos que generan interés en las nuevas generaciones conlleva el fracaso de la educación formal. Suponemos que la batalla cultural sólo debe darse en el aula, ya que es el único espacio legítimo y así dejamos que transcurran las discusiones, los desafíos y las modas, sin que nos percatemos de su relevancia. Y sólo parecemos notar nuestra falencia, cuando nos topamos con los terraplanistas y con quienes sostienen teorías disparatadas acerca de las vacunas o sobre las responsabilidades del último golpe cívico militar en Argentina. Ahí sí reaccionamos, pero seguimos limitando nuestra acción a la escuela. Nos llamamos a la reflexión y buscamos alternativas ante el problema, pero siempre puertas a dentro. La herencia del claustro medieval pesa mucho.
No puede evitar trasladar estas palabras a estos tiempos turbulentos de elecciones y decisiones políticas, en las que los adultos, asombrados, salen con desesperación a cazar el voto joven. Fogoneado desde estos espacios educativos informales-tecnológicos, en muchos casos se lo acusa de un voto irracional, ingenuo y superficial pero que en muchos casos se muestra clara y activamente militante de propuestas dañinas para la democracia.
La culpabilización ajena no hace más que afirmar los prejuicios, no corresponde. La responsabilidad adulta frente a las nuevas generaciones nos obliga a no mirar al costado y asumir que algo salió mal con nuestra legitimada «educación formal» y el olvido de otros modos de educar-se–nos tan potentes como la escuela (y más). La escuela ya no debiera reconocerse como ese «templo del saber» ajeno a las mediaciones del mundo.
Además de reconocer que «todas las formas de educación se necesitan entre sí y deben ser valoradas y aprovechadas en conjunto», quizás podríamos recordar la propuesta de John Dewey, aquel que concibió la escuela como un espacio de reflexión de experiencias relevantes de la vida social para que sus integrantes pudieran desarrollar una ciudadanía plena (y no estoy hablando de las intromisiones o desvíos neoliberales en educación plasmadas en espacios curriculares como los de Formación para la Vida y el Trabajo). Es necesario pensar de nuevo en las formas, en los modos de llevar adelante esta batalla cultural. Porque como decía este pedagogo y filósofo:
La educación no es preparación para la vida, la educación es la vida en sí misma.
Referencias
Sujatovich, L. (2023). La batalla cultural no sólo debe darse en el aula. Recuperado de https://gacetaeducativa.com.ar/la-batalla-cultural-no-solo-debe-darse-en-el-aula-luis-sujatovich/
- Texto publicado originalmente en https://sergiowsalguero.blogspot.com/2023/09/hoy-me-llego-un-breve-articulo-de-luis.html