En el último tiempo, es evidente que se ha visto un gran avance de las nuevas
tecnologías aplicadas a un sinnúmero de ámbitos de la vida. La era digital realizó un
fuerte aterrizaje en el tiempo de la pandemia por Covid 19 (home office,
telemedicina, reuniones por videollamadas, call center, etc.). La educación no se
encuentra exenta de esta ola. Los procesos de enseñanza y aprendizaje también se han
visto involucrados en caminos de innovación a partir de nuevas herramientas surgidas
de la era digital y la inteligencia artificial. La tecnopedagogía asoma como un campo
específico aplicado a la educación.
En nuestro Instituto Superior de Formación Docente hemos tenido como definición
institucional, hasta ahora, la «educación domiciliaria y hospitalaria». A partir de los
cambios experimentados, y diversos diálogos, hemos visto conveniente migrar hacia
un enfoque tecnopedagógico.
En Seminario I (Tecnoética), procuramos adentrarnos en la reflexión de la
cuestión tecnológica como constante actual de nuestro mundo, valorando lo positivo
de los avances y las posibilidades que genera, y desarrollando posicionamientos
críticos ante el paradigma tecnocrático. “La humanidad ha ingresado en una nueva
era en la que el poderío tecnológico nos pone en una encrucijada. Somos los
herederos de dos siglos de enormes olas de cambio: el motor a vapor, el ferrocarril, el
telégrafo, la electricidad, el automóvil, el avión, las industrias químicas, la medicina
moderna, la informática y, más recientemente, la revolución digital, la robótica, las
biotecnologías, y las nanotecnologías. Es justo alegrarse ante estos avances, y
entusiasmarse frente a las amplias posibilidades que nos abren estas constantes
novedades, porque «la ciencia y la tecnología son un maravilloso producto de la
creatividad humana donada por Dios».” (Papa Francisco, Laudato Si, sobre el
cuidado de la casa común, 2015, nº 102)
El desarrollo tecnológico otorga al ser humano una sensación de dominio y poder
como nunca antes se había experimentado. El uso de las posibilidades tecnológicas
presenta innumerables dilemas éticos. Basta pensar en los avances de la inteligencia
artificial y los sesgos que pueda contener para el dominio y control de la humanidad.
En el campo educativo su aplicación puede sortear barreras y ser de gran ayuda para
el proceso de enseñanza y aprendizaje. Nuevas plataformas, sistemas de gestión
escolar, procesos automatizados, herramientas didácticas, etc., aparecen cada vez más
al alcance de los docentes y estudiantes. Un ejemplo que asoma es la pregunta por la igualdad
de oportunidades para el acceso a las nuevas tecnologías.
Como sea, estamos amaneciendo a un mundo en el que el “paradigma tecnocrático se
ha vuelto tan dominante que es muy difícil prescindir de sus recursos” (ibídem, nº
108). Es por eso que necesitamos no perder el foco del proceso de
enseñanza y aprendizaje: la persona.
Nuevas tecnologías y educación
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