Acerca del ser docente y la construcción de los vínculos

Una reflexión agradecida a una película recordada

La profesora Susana Aventuroso nos escribe sobre las derivaciones de una película en el desarrollo de su espacio curricular.

En mis años de llevar adelante el espacio curricular de Sujetos de la Educación y Convivencia Escolar, en el profesorado, la propuesta del cómo, desde dónde, hacia qué objetivos y aprendizajes, me hizo construir mil maneras de diseñar y motivar a los grupos de estudiantes para la comprensión reflexiva y crítica del
enfoque disciplinar.

Sin duda, la metodología del seminario, de índole investigativa, participativa y socializadora, ofrece una rica diversidad de perspectivas, de ritmos de trabajo, de creatividad epistemológica, ya que abre constantemente al diálogo de saberes y de lecturas de fuentes bibliográficas, sabiendo que los contenidos teóricos, en cualquier disciplina, con la irrupción de las redes, plataformas y tecnologías, nos permiten la accesibilidad de autores, pensamientos, contextos y visiones.

Es cierto: el plan de estudios, que está cumpliendo diez años, traza ese largo período de tiempo para resignificar los hitos, las prioridades, los ejes diversos que el sistema educativo propone. Términos como “capacidades”, “competencias”, “evidencias”, “interdisciplinariedad”, entre otras, señalaron nuestra propia formación docente, y su continua actualización.

Sin embargo, (y en eso radica la razón de este artículo), hubo un filme que en estos años contribuyó generosamente a la visualización acabada y expresiva de esta formación creativa del “ser docente”. Nuestra razón de ser, ni más ni menos. Y sabiendo que transito la etapa final de mi vida docente, formalmente hablando, este escrito será un homenaje a esta película, su enorme posibilidad de
emocionarnos y de ofrecernos una experiencia movilizante.

Me estoy refiriendo a “Estrellas en la Tierra”, o como se la nombra en su lengua original, “Taare Zameen Par” (India, 2007). Comparto aquí el enlace, ya que está accesible en YouTube:


Mi interés no es referirme al argumento. Es más, quien no la haya visto aún, espero se sienta dispuesto a verla y apreciarla. Y posiblemente, abrirá un sinnúmero de compartires, “sentipensantes”, como dijera el educador colombiano Fals Borda. ¿Y porqué me interesa hablar de esta película? Por que estoy convencida que las artes en general, y las artes visuales en particular, ya que el cine es una de ellas, pueden y saben ofrecer propuestas positivas y generadoras de sentidos, cuando se trata de descubrir la profunda razón de ser docente. De porqué elegimos el camino de ser maestras y maestros.

El vínculo inquebrantable que se establece entre maestro y estudiante, más allá de las circunstancias que rodean lo particular de este pequeño niño llamado Ishan, y la problemática de la dislexia como afectación neurológica y conductual, refieren a los motivos personales de la convicción del maestro, quien en primer lugar se conmueve íntimamente ante la incertidumbre y la tristeza del pequeño estudiante. El maestro vuelve a su propia historia. La valora, y la abraza. Desde ese saber original, se presta al camino de acompañar a Ishan, y la firme decisión de no abandonarlo. No es solamente afecto por su estudiante. La película revela lo incómodo que es a veces sostener un propósito de trabajo docente, máxime cuando se desafía a las estructuras del sistema. Un sistema encarnado en personas que cumplen roles definidos en el contexto escolar. Y sin embargo, la pasión y la alegría en la tarea son los pilares para conmover y contagiar a otras y otros.

Se trata de poner en juego, sencilla y honradamente, los modos de percibir un mundo complejo, que cambia, y nos cambia. Que cuestiona y nos cuestiona. Que incomoda y nos incomoda. Y sin embargo, nos motiva, inquietante y atractivo, a buscar las estrategias creativas y respetuosas, para que la educación sea un bien y un derecho, accesible y posible, para todas las generaciones. Bien sabemos de los tiempos difíciles que vivimos. Y que la historia de la educación argentina no ha dejado de atravesar luces y sombras para fortalecer tanto a los sujetos, como a los cientistas y pensadores de estos desafíos. Ojalá no
nos alejemos nunca de la misión de ser inclusivos en la tarea de educar, y sensibles resonadores de las realidades donde nos situemos.

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