El tiempo es una dimensión captada por nuestra conciencia y al mismo tiempo ha sido trabajada por disciplinas sean teológicas, filosóficas y/o científicas. Por otra parte, es un concepto que hasta parece que se nos hace difícil de explicar y decir en realidad qué es.
Sin embargo, a pesar de eso, podemos decir que lo percibimos en nuestra mente, en nuestra subjetividad, pero también podemos llegar a medirlo. Quisiéramos atraparlo y controlarlo, aunque a la vez que lo intentamos pareciera escurrirse. Medimos el tiempo en horas, meses, años, y se nos escapa hasta que llegamos a expresar: ¡cómo se me pasó el tiempo volando!
El tiempo es una vivencia, indiscutiblemente. Y como dice Ines Moreno (2005):
“Todos tenemos tiempo para modificarnos, para crecer, transformar nuestras convicciones e ideas, desarrollar nuestro pensar, sentir y hacer. En definitiva todos tenemos tiempo para ser más persona en nuestro tiempo de vida».
Inés Moreno (2005)
Sin embargo, el tiempo libre es una expresión que usamos en nuestra cotidianeidad y la empleamos muchas veces disociada a lo que comúnmente llamamos tiempo ocupado. Pero ¿acaso el tiempo está desdoblado? ¿Podría afirmarse que mientras estoy en el tiempo libre, estoy realizando una actividad gratificante y cuando realizo otra cosa como es el estar realizando un trabajo, me encuentro con un tiempo ocupado? Así, en categorías de la cotidianeidad escolar, el recreo sería el tiempo libre y una clase interesante que nos imparten o que estoy impartiendo sería que estoy en mi tiempo ocupado.
Es de destacar que el trabajo es un eje importante en nuestra vida desde que se inició la revolución industrial. La sociedad desarrollada a partir de esta era, no dejó sino de estar bajo la lupa de los relojes, con medición de tiempos para el trabajo y el control para hacer las producción con mayor eficacia. Así, el tiempo de trabajo no dejó sino de generar una productividad tal que debería ser consumida en el tiempo de no trabajo. De esta manera el tiempo pasaría a ser una suerte de mercadería. Se compra y vende diversión, entretenimiento y de este modo llegamos a consumir el tiempo como cualquier otro objeto. Se podría decir que el ser humano escapa del tiempo del que produce y a la vez cae preso del tiempo para consumir y de las necesidades del consumo. Tal es el caso por ejemplo de lo que vemos en los shopping, al cual se llega a dar más importancia a la imagen de la actividad (ir de compras) que a la actividad en sí misma (comprar).
Sin embargo, el ser humano ha generado el mundo laboral. Y al mismo tiempo en que se ha gestado un proceso de desnaturalización del cuerpo y del tiempo, fruto de ese universo de tiempo laboral que ocupa gran parte de nuestro día, nos plantea un interrogante: ¿el trabajo es una necesidad o una obligación?
Por tanto aquí quisiera llegar a pensar con ustedes, en virtud del título de este breve ensayo, que es interesante hacer el intento de salir de la disociación de tiempo libre y tiempo ocupado, para pensar que en definitiva el tiempo es uno solo y es el tiempo que dura toda nuestra vida. Y en ese tiempo tomado como una unidad, es que invertimos en aquellas opciones que hacen que el tiempo de nuestra vida esté atravesado por todas nuestras actividades que desarrollamos en tanto somos quienes somos. Y en la medida que soy consciente de ello de tales opciones es que puedo a veces llegar a elegir y ser libre para optar.
Es decir que en el tiempo presente, en el hoy, puedo realizar muchas acciones. Levantarme, llevar a mis hijos a la escuela, ir a mi trabajo, comer, regresar a mi casa, ir a la facultad, hacer una actividad que me gusta, etcétera. Ahora bien, si cada una de ellas las vivo conscientemente desde una elección libre, podré vivir no desde un pensamiento disociado que me lleva a pensar: ahora estoy bien porque estoy haciendo esta actividad que me gusta… ufa, ahora tengo que ir a buscar a mi hijo a la otra punta de mi ciudad. Si cada acción del día se hiciera consciente, aprenderemos que el tiempo valioso es el tiempo presente y cada acción del día es nuestra inversión en el día. Sumado a que si esa acción consciente la hiciera con un plus de amor bondadoso, podría llegar a ser más plena aún. Es decir que si estoy disfrutando de estar en una actividad que me gusta y tengo que salir a buscar a mi hijo podría ir pensando en mi viaje que mi encuentro con mi hijo será una oportunidad para encontrarme y saber cómo le ha ido en su tiempo. Y cuando me encuentre con él será una oportunidad para amar y escucharlo y hacerle sentir el amor que le tengo.
La recreación, a la vez, es un factor importante para incorporar en nuestro tiempo de vida. Es una opción para desarrollar nuestra persona. La recreación es un derecho que tenemos que descubrir y a la vez desplegar en la medida que nos interesamos y nos involucramos.
Hay tantos modos de recreación como personas hay en el mundo. Podemos recrearnos con salida de amigos, con lecturas, con hobbies, con viajes, con el estudio, con espacios de vida en la naturaleza, y con todo lo que te puedas imaginar para hacer. Esa recreación es parte de nuestro tiempo unificado. Y en la medida que la incluimos en nuestro estar cotidiano podemos así conocernos, desplegarnos, ser parte de espacios de ocio recreativo que nos mueve a disfrutar de otros momentos de nuestra vida. Repito que no es que los tengo porque tengo tiempo, sino porque es una elección hacerlo en el tiempo de vida que tengo. Tal vez mi hobbie es salir a tomar mate una vez a la semana al parque Municipal con mi familia. Puedo incluso, hacer un viaje sea solo o con otros o hacer un listado de amigos con quienes me gustaría reunirme asiduamente para estar simplemente con ellos. Eso es un modo de vivir permitiéndome abrir un espacio recreativo en mi tiempo de vida.
La recreación es un permiso que me doy en mi tiempo uno de vida. No es el tiempo que me sobra. Es el que tengo y al que me siento siempre invitado a descubrir, sea estando solo/a o con otros. Quisiera entonces invitar a que reflexionemos acerca de la importancia del recurso no renovable que es el tiempo en nuestra vida y el valor que tiene cuando lo experimentamos conscientemente. Y a la vez descubramos la importancia de vivir el presente con elecciones que nos lleven a la acción recreativa a modo de desarrollar aquellas cualidades que podemos desplegar y hacernos más humanos.
Carpe Diem. ¡Aprovecha el día!